Un grupo de usuarios visitan Castrillón de Boal

Pilar, aunque dice encontrarse muy feliz residiendo en el Centro, donde posee una gran cantidad de amigos que la aprecian y con los que se siente inmensamente querida, en ningún momento olvida su pueblo natal, a sus vecinos, ni su preciosa casa que tantos recuerdos le evocan. Por ello, periódicamente se encarga de promover y organizar, con toda la ilusión del mundo, la visita a Boal y más concretamente a la localidad de Castrillón de Boal. Así que,  el día 29 de julio decidimos aceptar esa invitación y disfrutar de su compañía, explicaciones y de un entorno verdaderamente excepcional, bello y sorprendente. Un grupo de sus amigos y dos monitores la acompañamos hasta allí. Pilar nos trasmitió su emoción. Se transforma, pierde su timidez habitual y se vuelve segura, muy segura de sí misma. En Boal, donde paramos a refrescarnos y a comprar miel y dulces, se informó de cómo iban las cosas, también preguntó por éste y por aquel vecino y recibió noticias que compartió con sus compañeros llena de orgullo. Al llegar a Castrillón, las vecinas salieron a saludarla y ella hizo los honores de las presentaciones con plena soltura. Después fuimos hasta su casa, un precioso ejemplo de arquitectura occidental, de dos plantas y tejados de pizarra con corrala. Entre todos la ayudamos a abrirla y a limpiar tanto el interior como el exterior (zarzas y hierbas) para dejarla como a ella le gusta verla, “limpia y arreglada”. Luego comimos, entre bromas y anécdotas en la bonita área recreativa del pueblo, rodeados de un paisaje impresionante. Uno a uno contestamos al cuestionario de rigor ¿Os gusta mi pueblo? Es bonita mi casa ¿verdad? La dejamos muy limpia, ¿qué te pareció…? Cómo decirte Pili lo contrario si tienes razón en todo…

    Hicimos el camino de vuelta ya cansados, pero muy contentos por la acogida y también porque vimos a nuestra otra Pilar, la que se nos promete todo el año, la de Boal.